martes, 24 de junio de 2008

Reivindicando





 Nadie soltaba perlas como él. En una televisión pública se atrevió a lanzar dardos contra todos y contra todo. Pero RTVE atravesaba una dura crisis y a alguien se le ocurrió lanzar un expediente de regulación. Esto de "expediente de regulación" es a despido masivo lo que "desaceleración" a crisis. Antonio Gasset fue uno de los afectados.
 Días de cine siguió de la mano de Cayetana Guillén-Cuervo. Y aunque no tengo nada contra ella, es buena para ser parodiada, nunca podrá estar a la altura de frases como esta:
 Ç
e="font-style: italic; ">
“Aprovechen la pausa para revisar su agenda de amigos, encontrarán que han malgastado su preciado tiempo y paciencia en conocer a un montón de ineptos, no se corten, cojan un boli y táchenlos”

Por cierto, su segundo apellido es Dubois como la protagonista de Un tranvía llamado Deseo.

lunes, 23 de junio de 2008

El italiano que no creía en el catenaccio


 Se ha estrenado la nueva película de Nanni Moretti. Ah no, que no la dirige Nanni Moretti sino el desconocido Antonello Grimaldi. Sin embargo, en el cartel oficial de Caos calmo el nombre de Moretti aparece antes y en letras más grandes que el del director. Prueba inequívoca del carisma del autor de Caro Diario. Este carisma (que otros llaman ego desproporcionado) ha hecho de Nanni Moretti un personaje siempre polémico. Lo mismo se ríe de Berlusconi en la sátira política El caimán que radiografía el dolor de la pérdida de un hijo en La habitación del hijo.  
 Fuera de las pantallas se le acusa de egocéntrico, de anteponer su personaje a la causa que crítica. Como el equivalente italiano de Michael Moore. Nanni Moretti nunca ha escondido su compromiso con la izquierda en un país regido por el Il Cavalieri y el Vaticano. Precisamente la Iglesia ha puesto el grito en el cielo (¿dónde sino?) por una escena sexualmente explícita de Caos calmo. Un obispo italiano llegó a pedir a los actores que declaren objeción de conciencia cuando les pidan rodar escenas de sexo. Esto es, por lo menos, una postura antipatriótica considerando la nacionalidad italiano de uno de los grandes del cine porno.
 Respecto a Caos calmo, reproduzco lo que escribió Carlos Boyero con ocasión de su presentación en la Berlinale. 
     "Todo ello está contado al estilo Moretti. El argumento puede sonar a ya visto y oído, pero su desarrollo es muy original. Aunque te esté hablando de una tragedia, su mirada sobre las personas, los sentimientos y las cosas mantiene el sentido del humor y la calidez, el toque surrealista y la inteligente humanidad para entender las razones de todos los pintorescos o normales personajes que pueblan Caos calmo.
En el monólogo interior de este tipo, en su desamparo, en su agobio, en su hallazgo de otra forma de vivir, en su excentricidad, podemos reconocernos subterránea o transparentemente la mayoría de los espectadores.  "
  Precisamente fue esa mezcla de humanidad y surrealismo lo que me enamoró de este director con la que es una de mis películas favoritas: Caro diario. Verla es la mejor terapia para estos tiempos de Berlusconismo.



sábado, 21 de junio de 2008

Miénteme, dime que me odias


Tan grande como el amor al celuloide puede ser la animadversión que sientan dos personas dedicadas al cine. Si a las lógicas fricciones producidas en un ámbito laboral añades unos egos desproporcionados, obtienes siempre el mismo resultado: se puede contar una historia de odio por cada estrella de Sunset Boulevard.

Entre un actor y un director se establece una relación dominada por la servidumbre y el despotismo. El primero accede a ser instrumento del segundo hasta que alumbra sus propias ideas artísticas. Entonces pueden ocurrir dos cosas: que el director escuche al actor e incluso tome en consideración sus aportaciones; o bien, que el realizador las ignore. Durante el rodaje de El infierno a Tejas  Dennis Hopper poseía sus propias ideas, contrarias a las del director, Henry Hattaway. Al protagonista de Easy Rider su osadía librepensadora le costó cara: hasta 87 veces le obligó a repetir una escena en la que tenía una sola frase. Hundido en la desesperación Hopper le preguntó cómo quería que hiciese esa toma, la hizo y se marchó. “¡No volverás a trabajar en el cine, hijo de perra!” le gritó Hattaway a modo de despedida.    

Otros que no volverán a tomarse un café juntos son Lars Von Trier y Bjork. Su trabajo en Bailar en la oscuridad le mereció a la cantante islandesa aclamaciones y el premio de Cannes. Y, sin embargo, la experiencia dogmática fue su primera y última como actriz. En dicha decisión algo tuvo que ver un rodaje descrito por la actriz como el enfrentamiento entre Napoleón y Pippi Calzaslargas.  ¿Es Lars Von Trier un auténtico tirano o sólo empleó un truco para conseguir de su actriz el dolor necesario para el personaje?

Pedro Almodóvar podría responder a esta pregunta a juzgar por la opinión de actores que han trabajado con él y han comparado sus rodajes con infiernos, creativos sí, pero infiernos. Hasta Mujeres al borde de un ataque de nervios la relación entre el director manchego y Carmen Maura era de todo menos infernal: su admiración mutua se plasmó en 6 películas, entre las que se cuenta lo mejor de la obra de Almodóvar. Con aquella película se rompe la compenetración, y como ocurre siempre después del amor, el director y su ex-musa se dedicaron a lanzarse reproches dignos de un bolero de Chavela Vargas. Tuvo que pasar más de una década para que firmasen el armisticio en forma de película.

A veces la acrimonia no está reñida con el entendimiento artístico, e incluso puede favorecer a la calidad de la película. El documental Mi enemigo íntimo nos revela escenas en las que Klaus Kinski habla con las vísceras y su director, Werner Herzog, no se queda atrás en el manejo de la bilis. A pesar del profundo odio que parece dominar al actor rubio en más de una ocasión, bien es cierto que aceptó trabajar a las órdenes de Herzog en cinco películas. A ratos el director odiaba tanto al actor como para que los indígenas que aparecen en Aguirre, la cólera de Dios se ofreciesen para matar a Kinski; y, acto seguido, el odio devenía en admiración. No obstante, es casi imposible imaginarse estas películas con otro actor.

“Basta una gota de miedo para que el amor se convierta en odio” dijo James Cain, el autor de las novelas que inspiraron dos joyas del cine negro como Perdición y El cartero siempre llama dos veces. Y Cain sabía de lo que hablaba: odiaba el cine, despreciaba lo que en más de una ocasión le dio de comer. Cuando Hollywood compró su novela Doble indemnización, el encargado del guión fue otro escritor de género policiaco: Raymond Chandler. A diferencia de su colega, éste no aborrecía el cine, sólo a la gente que trabajaba en él. Chandler y Cain no se soportaron nunca y sólo compartieron la dipsomanía y el odio por Billy Wilder, quien, por cierto, les correspondió. Muchos años después de trabajar con Marilyn Monroe, el genio austriaco diría Existen más libros sobre Marilyn Monroe que sobre la Segunda Guerra Mundial. Hay una cierta semejanza entre las dos: era el infierno, pero valía la pena “. A Wilder de la estrella rubia le crispaba todo: era impuntual por sistema, incapaz de memorizar un guión y, además, tan insegura que tras cada toma miraba antes a su profesora de Arte Dramático que al director. 

El deseo insaciable de bienes ajenos conduce invariablemente a la envidia, y de este pecado capital al odio hay pocas paradas. Pero en el  políticamente correcto mundo del cine el odio no existe, sí las “diferencias artísticas”. Esas que justifican, según González Iñárritu, que Babel fuese la última colaboración con el guionista de sus anteriores películas. Otros dirán que llevarse los laureles a medias seduce menos que la gloria unipersonal. Soberbia, envidia… Pecados capitales sin los que el cine, más que fábrica de sueños, sería un somnífero letal.    

jueves, 19 de junio de 2008

Garbo laughs!

"¿Cómo puede sobrevivir una sociedad que permite que sus mujeres se vistan así?"

 La que habla es una representante del régimen soviético. A Ninotchka de la torre Eiffel no le interesan las vistas, sino su morfología. Cuando le cuentan un chiste, pregunta el nombre de la calle donde se cruzan los dos escoceses. 
 Ninotchka no se ríe. Pero tiene que conocer al conde de Agoult, un perfecto representante de la "burguesía decadente", para cambiar su rictus serio por esa atolondrada mirada que provoca el amor.
 "Una vez besé a un soldado antes de morir" cuenta Ninotchka evidenciando que la Causa no deja espacio para el romanticismo. La Causa ahora tiene la forma de unas joyas pertenecientes a la Gran Duquesa Swana. Pero en la Rusa soviética estas joyas pertenecen a todo el pueblo. ¿Conseguirá Ninotchka recuperar el botín? ¿O se verá obnubilada por el amor? 
 Me gusta imaginar a Billy Wilder escribiendo este guión. Quien más admiraría el "toque Lubitsch, contribuyó a la creación de una de sus obras míticas. Y no sólo por la elegancia y naturalidad del texto, sino también gracias a la Divina.
 Greta Garbo se había especializado durante la época del cine mudo en máscaras hieráticas. Llegó el sonido y anunciaron "Garbo talks!". Sin embargo, lo que había fascinado en los tiempos del mundo, resultaba ahora inexpresivo. Lubitsch dijo una vez que nunca trabajó con una actriz tan introvertida como la Garbo. Pese a eso, consiguió de ella una de sus mejores interpretaciones. Y es que ¡la Divina por fin reía!



miércoles, 18 de junio de 2008

Prohibidos los besos demasiado fogosos o apasionados

A muchos no os sonará de nada el nombre de Will H. Hays, pero el presidente de la Motion Picture Production and Distributors Association of America ejerció una influencia notable en el cine americano. Hasta los años 70 se mantuvo en vigor un férreo código moral que entre otras cosas prohibía mostrar en pantalla un beso apasionado, un parto o una relación interracial.

Los principios generales del Código Hays exigían:
1- No se produciría ninguna película susceptible de incluir atentado alguno contra la moral. La simpatía del público no debe nunca dirigirse hacia los criminales ni hacia los pecadores.
2- Los personajes deben llevar una existencia honorable, justificada por la existencia de la intriga o por la necesidad de divertir al espectador.
3- Las leyes naturales o instituidas no deberán nunca ser puestas en ridículo. Su violación no será nunca presentada de forma positiva.


Pero en los 60 empezaban a cambiar las cosas, y tuvo que ser una película sueca, "Yo soy curiosa: amarillo", la que diese el tiro de gracia al reaccionario código.

¡Atención estas imágenes contienen senos desnudos!

La chica era americana

Yo nací en los Campos Elíseos un día de 1959.